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lunes, 13 de septiembre de 2010

El hombre es una realidad anhelante de realidad

Ya en anteriores números hemos tocado al corazón en forma poética, en especial con los versos de Violeta Parra (“Corazón maldito, ¿por qué palpitas?...”). Ahora publicamos unos salidos del sentir, quizás más que del pensamiento, de un joven universitario muy consciente que es del corazón de donde brotan nuestras exigencias elementales, nuestros deseos de amor, de libertad, de verdad, de felicidad, de belleza, de justicia.
Hablamos aquí del corazón que en el sentido bíblico (hebreo lebab) es el centro de la vida física, mental y espiritual del ser humano, es decir, viene a ser el centro de la vida moral y espiritual. Y a pesar de que en el corazón se originan muchos de nuestros problemas, ahí es donde Dios hace Su trabajo en cada individuo. En definitiva, el corazón es donde habita Dios: dos personas de la Trinidad residen en el corazón del creyente. Como explica el Catecismo de la Iglesia Católica, el corazón indica lo más profundo del ser, la raíz de los actos, donde la persona se decide o no por Dios. Es el lugar del encuentro y de la alianza del hombre con Dios.
Los versos que a continuación publicamos guardan su semejanza con los de Violeta Parra. ¿Por qué? Porque el corazón es igual en todos y cada uno de nosotros, aunque se traduzca de muy diverso nombres. Algo que pretende indicar completamente ese impulso original con el cual se asoma el ser humano a la realidad.
Las exigencias elementales son inmanentes al ser humano y por eso su sed y hambre de alcanzarlos, de encontrar una respuesta a los interrogantes que le plantean y que la realidad tan sólo le prefiguran. Así, pues, el corazón humano no puede permanecer estático y su continúo latir, su permanente movimiento de búsqueda configura un dolor, que se convierte en tortura si es que no se tiene claro que la respuesta última, está más allá y proviene de Otro.
El hombre es una realidad anhelante de realidad. Nuestro punto de partida no es una inmanencia clausurada en sí misma sino una trascendencia hacia la realidad a través del deseo. El hombre debe ser leal con los deseos del corazón. Cuestionar al corazón del porqué de su “golpear” siempre es válido por cuanto nos mantiene despiertos y atentos a la respuestas que nos va dando la realidad.
“Tengo sed”: ¡ésta es la gran afirmación sobre el hombre! Ahora debemos ir en busca de las aguas… de las preguntas-respuestas, de las respuestas-preguntas. El corazón lo exige. (N. de R.)


Me gustaría saber corazón

Una vez más sin razón alguna empiezas a latir
y a mí no queda más que gemir
Siento como si quisieses en mi pecho una herida abrir
y por ahí tú quieres salir

Por las calles comienzo a caminar
Sin un rumbo fijo determinar
Para así estás ansias tratar de calmar

Me gustaría saber corazón
¿Por qué así me tienes que torturar?
Hoy te escribo esta canción
Para esas ansias tuyas poder calmar

Me pregunto ¿qué te hace palpitar?
Porque por las noches lo único que quiero es gritar,
Con el dolor me azotas y el sueño no puedo conciliar
Hasta que el nuevo día comienza a despuntar

¡Basta! Ya no puedo más con esta tortura
Que sin razón ninguna bajo la luz de la clara luna
Me aprieta en el pecho y me lleva al borde de la locura
Y me obliga a llorar cual pequeño niño en su cuna

Me gustaría saber corazón
¿Por qué así me tienes que torturar?
Hoy te escribo esta canción
Para esas ansias tuyas poder calmar

Me gustaría saber corazón
¿Por qué así me tienes que torturar?
No ves que de tanto llorar
De mis ojos no brota ya lágrima alguna

Me gustaría saber corazón
¿Por qué así me tienes que torturar?

                             Juanki Lezcano

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